Entrevista a Bill O’Hanlon

Entrevista a Bill O´Hanlon

En estos días, la Psicología Positiva está cobrando una fuerza arrolladora, esta disciplina científica surge de la idea de un grupo de psicólogos que se pusieron a trabajar prestando atención a aquellas cosas que hacen que las personas estén bien y disfruten más de sus vidas. Tradicionalmente la psicología se había centrado en las dificultades de las personas obviando quizás el investigar acerca de aquello que indudablemente nos hace bien. De entre estas personas que están innovando constantemente en el campo de la terapia hemos recibido en Barcelona la visita del célebre psicoterapeuta Bill O´Hanlon. O´Hanlon ha presentado su taller «Terapia orientada a las Soluciones» destinado a psicoterapeutas, coaches y a personas que trabajan en el ámbito de la salud y la ayuda.

Autor de más de 30 libros, muchos de ellos publicados en lengua española, Bill O´Hanlon es uno de esos terapeutas que forman parte de la élite en lo que hoy día se ha llamado la «cuarta ola» ola de la psicoterapia, lo que se conoce como terapia breve y orientada a las soluciones, terapias narrativas, terapias inclusivas y psicología positiva. Es un comunicador excelente que a lo largo de las dieciséis horas de su taller ha cautivado a los participantes con sus exposiciones teóricas, sus historias y anécdotas, sus prácticas y sus demostraciones. No cabe duda de que es un hombre simpático y agradable, nos atendió muy amablemente tras su seminario y tuvimos la oportunidad de conversar con él acerca de sus innovadoras ideas en el terreno de la psicoterapia. Se mostró entregado a lo largo de los dos días y también durante nuestro encuentro. Su misión está en dar a conocer su enfoque terapéutico y el de compartirlo a través de sus libros. Como él mismo nos dijo, tal es su pasión que les suele decir a sus amigos: «¡Paradme! ¡Creo que voy a escribir otro libro!»

Cetebreu: Hemos asistido a tu seminario y hemos podido ver parte de las cosas que haces, hoy en día te has convertido en un conocido psicólogo, pero, ¿qué te llevó a hacerte psicoterapeuta?

O’Hanlon: La verdad es que han sucedido muchas cosas en mi vida que creo que me llevaron al camino de la psicoterapia. Una de ellas, tal vez la más importante, fue el hecho de que fui abusado sexualmente a la edad de 8 años por parte de mi abuelo. Eso hizo de mí un chico muy sensible, que se sentía inadecuado y al que la timidez le impedía tener una vida deseable. Más tarde, cuando llegué a la universidad, me sentía un solitario, un poeta al que la tristeza y el hastío llevaron al borde del suicidio. Si. Decidí suicidarme. Tenía muy pocos amigos y los que tenía se sentían tan desgraciados como yo, de modo que pensé que lo mejor que podía hacer era contarles mis planes y así lo hice. Todos me dijeron que se sentían como yo pero que no tenían la valentía de quitarse la vida. Sólo una de mis amigas pareció conmoverse con mi decisión y me contó que tenía unas tías bastante adineradas, me dijo que iba a heredar de ellas unas propiedades en el medio oeste y que si le prometía no suicidarme, ella me dejaría vivir en su propiedad. Así, podría disfrutar de mi poesía, y vivir apartado de la gente que tanto llegaba a hacerme sentir herido. Me dijo que podía cultivar mi propia comida y que podría pasar allí el resto de mis días. Las tías de mi amiga tenían unos 70 años, y yo 19, y pensé que la cosa estaba hecha. Las dos mujeres no tardarían en morir y pronto podría hacer mi vida. Para aprovechar el tiempo de espera, me obsesioné en saber que hacía que la gente tuviera buenas relaciones y fuera feliz. Incluso me interesé en qué hacía que la gente pudiera tener prosperidad y éxito. A pesar de que mi depresión aún duró algún tiempo más, mi interés en saber cómo la gente salía adelante y disfrutaba me llevó a seguir el camino de la psicoterapia.

Cetebreu: Creo que aprendiste con el famoso psiquiatra Milton Erickson, ¿Cuál fue la influencia que él tuvo en tu manera de hacer psicoterapia?

O’Hanlon: No puedo dejar de decir que el gran Milton Erickson resultó un padrino maravilloso para lo que luego ha sido el desarrollo de todo mi trabajo y mi vida. Lo conocí en 1973 cuando, para poder pagar parte de mis estudios, trabajé en una tienda de artesanía nativa en Arizona. Erickson y su esposa compraron algunas cosas y como él iba en silla de ruedas me ofrecí a llevarle su compra hasta el coche. Luego, un compañero me preguntó si lo conocía. Le dije que no. Entonces él me comentó que ese tipo era un gran psiquiatra y me mostró un artículo del periódico en el que se hablaba de él. El artículo contaba algunas de sus «hazañas» con sus pacientes y me impactaron tanto que decidí que tenía que aprender con ese hombre. Así que le escribí una carta diciéndole que haría lo que fuera por aprender con él, hasta me ofrecí a arreglarle el jardín si hacía falta. Unas semanas más tarde, mi compañero de piso me dijo: «Ha llamado por teléfono el tipo más raro del mundo, ¡preguntaba por el servicio de jardinería O´Hanlon!» Así fue como me puse en contacto con él y, verdaderamente, me tuvo trabajando como jardinero al tiempo que me contaba sus historias, una tras otra, realizando una labor terapéutica de la que yo ni siquiera me daba cuenta.

Años más tarde escribí mi primer libro con una transcripción de muchas de esas historias que se titula «Raíces profundas: El arte de la psicoterapia de Milton Erickson».

Ese hombre era una especie de Sherlock Holmes, siempre me contó historias acerca de las cosas que me preocupaban sin que yo se lo dijera. Cuando le preguntaba «¿Cómo lo supo?» Él solía salirse por la tangente diciéndome cosas como que lo había remarcado en alguna conversación casual. Él ha sido fuente de inspiración para muchos de los grandes psicoterapeutas de hoy y, claro, también resultó una fuente de sabiduría para mí.

Cetebreu: En el terreno de la salud, cada vez hay más visitas al médico por cuestiones que podemos calificar de psicológicas, trastornos psicosomáticos, etc. ¿Qué podemos decirle acerca de ello a los profesionales de la salud? ¿Y a los usuarios de los servicios sanitarios?

O’Hanlon: Bueno, desde hace un tiempo estoy muy interesado en lo que se ha dado en llamar «Psicología positiva», es una escuela que estudia las cosas que van bien. Es decir, pone su atención en lo que hace que las personas disfruten de la vida en lugar de poner atención en lo que va mal. Los médicos, debido a su formación siempre han estado interesados en saber lo que va mal con lo que muchas veces el problema se agrava pues el paciente se va desanimando al sentir que todo en su vida se centra en lo que no va bien. Es muy difícil desde aquí dar una opinión creíble pero en mi trabajo me centro mucho en saber qué es lo que va bien, o fue bien, en la vida de las personas y ahí me centro en buscar posibilidades y recursos que les permitan recuperar la sensación de control de su propia vida. Eso también pude aprenderlo de personas como Erickson, él decía las personas tienen recursos, tienen posibilidades, la obligación del terapeuta es la de proporcionar un lugar para que ellos los encuentren.

¿Qué cosas son las que te hacen sentir bien? ¿Cómo superaste los escollos en el pasado? ¿Quién apostaría de que lo vas a conseguir? Estas son las cosas que les preguntaría a las personas que tienen dificultades.

Cetebreu: ¿Es la medicación una «anestesia» para el cambio de las personas?

O’Hanlon: No tengo nada en contra de la medicación cuando es útil y necesaria. La medicina ha avanzado y avanza cada día, sería absurdo no aprovecharlo ¿no? Ahora bien, entiendo las crisis como oportunidades de «re-organizar» la vida de las personas. En ocasiones la medicación impide o dificulta la posibilidad de esa reorganización al mitigar los síntomas que los pacientes presentan. ¿Qué cosas están pidiendo ser cambiadas? Las respuestas a esta pregunta son los caminos de la superación de las crisis.

Cetebreu: Tengo un familiar que se siente deprimido y no sabe qué le pasa ¿Qué podemos hacer con él? ¿Cómo podemos ayudar?

O’Hanlon: Vuelvo a decirte que es difícil decir las cosas en una entrevista sin saber de qué persona estamos hablando. Con cada caso podríamos utilizar un enfoque diferente. Mi primera idea sería en ayudarle a tener un afrontamiento diferente, positivo. Te cuento, le preguntaría por cómo es su día y buscaría en qué momentos vence aunque sea un poquito a su depresión, o cuándo su depresión es más moderada, y buscaría con la persona qué hace que las cosas estén un poco mejor. A veces es difícil que sean capaces de responder y si no lo hacen, les podemos preguntar ¿Cómo se explican que las cosas no estén peor? ¿Cómo consigue mantener el problema en estos parámetros? Como ves, siempre intento que ellos encuentren cómo hay momentos en que vencen a su depresión y entonces los animo a mejorar y aumentar esos momentos.

Cetebreu: Si tuviera Vd. que recomendarnos 3 cosas para vivir más felices ¿qué nos diría? (¿Algún consejo para vivir una vida mejor?)

O’Hanlon: Hay estudios que se han hecho sobre la felicidad que han dado resultados muy interesantes por lo curiosos que son. ¿Sabías que los niveles de felicidad tienden a mantenerse estables en la vida de alguien? Eso quiere decir que personas que tuvieron graves enfermedades o accidentes e incluso personas que ganaron en la lotería, al cabo de un tiempo vuelven a sentir el mismo grado de felicidad que tenían antes de esos acontecimientos. También se ha estudiado que las personas somos bastante malas prediciendo las cosas que nos harán felices. Creemos que tal o cual cosa nos hará felices y cuando lo logramos nos damos cuenta de que nuestra creencia era equivocada. Así pues, te diré que estos estudiosos han encontrado algunas cosas importantes que hacen las personas que puntúan más alto en las escalas de evaluación de la felicidad, veamos:

1º Las conexiones sociales. Ten amigos. Las personas que tienen amigos (más de 5) se puntúan como más felices que las personas que no los tienen

2º Aprende a ser optimista. Las personas que tienden a ver la botella medio llena, son más felices. Habría de poder aprender eso en las escuelas. Todos nos fijamos en el suspenso y pasamos los aprobados por alto.

3º Apreciar lo que se tiene. Le llamo sentimiento de gratitud. Un ejercicio que les pido a las personas que me consultan es el de encontrar cada semana 3 cosas por las que estar agradecido. Gratitud hacia uno mismo, hacia otros, hacia la vida, etc. Al cabo de unas semanas, las personas me cuentan que con esta cosa tan sencilla, se han sentido mucho mejor y que han sido un poco más felices al hacerlo

4ª Sentir la trascendencia. Creo que es importante para los seres humanos poder sentir que la vida tiene un propósito más allá de uno mismo. Gandhi decía: «La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte a ti mismo al servicio de los demás». La vida es algo más que tú mismo. ¿En qué puedes contribuir? Crear una familia puede llevarte a ese sentimiento de trascendencia, pues puedes ver a tu familia como algo más que tú mismo.

Cetebreu: ¿Cómo puede alguien aprender a aceptarse más como es?

O’Hanlon: Me parece que para aprender a aceptarse a uno mismo existen diferentes niveles que yo llamo de inclusión, en el primer nivel estaría bien poderse dar permiso a vivir lo que te sucede. Si te sientes mal, darse permiso a sentirse mal es el primer nivel de inclusión. Si te peleas contigo por sentirte mal agravas tu situación. Aprender a sentir que está bien ser como eres, o de vivir lo que vives. En el segundo nivel hemos de aprender a darnos permiso para no cambiar si no queremos, puedes aprender a estar bien aún siendo quién eres. El tercer nivel de inclusión nos lleva a generar esperanza para la persona a través de saber que es bueno poder ser como eres y también ser cosas diferentes.

Cetebreu: Vd. es estadounidense pero viaja con sus talleres por todo el mundo, ¿Son muy diferentes las percepciones de las personas en diferentes lugares? ¿Plantean problemas similares?

O’Hanlon: La verdad es que encuentro que el sufrimiento humano es parecido en todos los lugares, aunque en cada cultura existen diferentes maneras de afrontar las cosas que nos pasan. Como me gusta aprender qué cosas son las que hacen que la gente se sienta mejor observo estas diferentes cosas y las aplico en mi vida cotidiana, las pruebo. Así luego aliento a mis clientes a probar cosas diferentes. La flexibilidad es muy importante.

Cetebreu: Algunos médicos plantean que muchas enfermedades graves están relacionadas con los sentimientos de culpa ¿Cómo aborda Vd. este tipo de emociones y sentimientos?

O’Hanlon: Un buen amigo mío, el gran psicólogo John Weakland solía decir que cuando la persona se siente mal, para ella «la vida se convierte en esa maldita cosa que sucede una y otra vez». Cuando eso ocurre, trabajo en cambiar la manera de «hacer» en el problema y en cambiar la manera de «ver» el problema. Eso nos lleva probablemente a cambiar la manera en la que la persona «siente» el problema. Buscamos cuál es el significado de lo que acontece y le pedimos a la persona que realice cambios en lo que hace con lo que siente o con lo que pasa. ¿Para qué es útil la culpa? Puede ser muy útil para intentar ser aún mejor persona. ¡Imagínate! Sentir culpa cuando lo que quieres es mejorar. Entonces, ¿Qué puedes hacer diferente «cómo si» fueras alguien mejor? Al encontrarle una posible utilidad a la culpa, nos resulta más fácil aceptarla. Esa aceptación puede llevarnos a cambiar la visión acerca de ese sentimiento y transformarlo en algo más posibilitado.

Cetebreu: Vd. Ha trabajado con víctimas de abusos ¿De qué manera su trabajo puede facilitarles una vida mejor?

O’Hanlon: Como te he dicho antes, sufrí abusos en mi infancia. Eso significa que cuando las personas me consultan creo que puedo saber lo que sienten. Cuando quise investigar sobre el tema, asistí a seminarios y leí todo lo que pude acerca de ello. Me sorprendió que los profesionales del tema estaban trabajando de diferente manera de cómo yo lo hacía. Como me daba cuenta de que a mis clientes les iba bien, pensé en escribir algo acerca de mi abordaje para estas problemáticas. Las personas que han sufrido de este tipo de abusos suelen desarrollar límites internos muy marcados. Estos límites hacen que las personas se desconecten de lo que les pasó. Viven completamente separados de la experiencia traumática que experimentaron. Sin embargo, los límites externos suelen ser muy difusos, es como si un grupo de personas que comparten un piso deciden expulsar a uno de ellos. Lo echan y cambian la cerradura. El expulsado se queda golpeando la puerta un buen rato, armando un alboroto, los demás no le hacen caso y él termina marchándose. Durante mucho tiempo, el expulsado permanece ahí buscando una manera de volver, hasta que un día, desesperado, entra lanzándose contra la ventana. Los recuerdos persistentes que tiene la persona abusada son como esa entrada por la ventana. Las partes de la experiencia que han sido enterradas aparecen de manera destructiva y violenta en la vida de la persona. Los clientes me dicen que es como si estuvieran experimentando lo que ocurrió una y otra vez. Tradicionalmente se ha tratado a estas personas mediante el modelo catártico, es decir haciendo reexperimentar la experiencia dolorosa al paciente. No obstante, mi experiencia me muestra que las personas encuentran otras maneras de resolver estos abusos si tienen oportunidad. La valoración, la inclusión y el permiso son los antídotos para el sentimiento de devaluación, culpa y de desapego. Lo esencial es invitar al cliente a permitir y valorar todo aquello que sienta, perciba, intuya o experimente. Podemos pedirle que lleve un diario, o que dialogue con los aspectos devaluados de si mismo y les dé un mensaje permisivo algo como «Déjate llevar, siente lo que sientes y, simplemente, sé tú mismo en dónde estés. Dar permiso a sentir cosas opuestas como amor y odio a la vez, o desear una cosa y no desearla. Por ejemplo, desear tener relaciones sexuales y, a la vez, no desearlo. Es muy tranquilizador saber que puedes sentir dos cosas al mismo tiempo o sentir algo y su contrario. Por último, ayudar a la persona a orientarse al futuro con esperanza. Crear un futuro con nuevas posibilidades.

Cetebreu: ¿Puede aplicarse su método de trabajo en personas que padecen enfermedades graves tanto mentales como físicas?

O’Hanlon: Pienso que mi trabajo propone cosas que pueden aplicarse en muchos contextos y, por supuesto en dolencias que podemos considerar graves. No creo que curemos la enfermedad, si es que la hay, pero podemos ayudar a la persona cooperando en encontrar maneras de estar mucho mejor. Y podría ser que él/ella se olvidara de que padece esta enfermedad y puede que también los demás se olviden de que la tiene. Los terapeutas de posibilidades negociamos cosas que podemos ayudar a arreglar. Y bien mirado existen muchas cosas que tenemos el poder de cambiar. Pequeños cambios pueden marcar grandes diferencias entre estar bien y estar mal. Podemos lograr pequeñas cosas, una tras otra y éstas se convierten en algo más grande. Como decía Abraham Lincoln, «Lo mejor del futuro es que viene día a día».

Cetebreu: Muchas personas padecen en su familia problemas con sus hijos, ¿Cuál piensas que es el origen de estas dificultades? ¿La educación? ¿La escuela?

O’Hanlon: La gente suele venir a terapia familiar con dos expectativas. Que les libremos de sus problemas o que les culpemos de ellos. Nosotros intentamos que se centren y participen activamente en la producción del cambio. Y eso puede valer para los demás ámbitos, la escuela o la educación. Consideramos a las familias expertas en sus problemas así que les pedimos su colaboración para realizar movimientos. Frente a un problema, los comportamientos de los terapeutas dependen de la formación que tienen, los terapeutas conductuales ven problemas de conducta y aprendizaje, los psicoanalistas ven asuntos pasados no resueltos, los terapeutas familiares ven vinculaciones secretas, alianzas, etc. Mara Selvini, la creadora de la famosa escuela terapéutica de Milán solía decir que cuando un psicólogo tuviera una hipótesis no se casara con ella, yo aún diría más, ni siquiera debería citarse con ella. Quiero decir que cada caso particular tiene su propia manera de abordar el problema y lograr una solución y para eso es muy importante la co-laboración entre terapeuta y consultante. El terapeuta debe estar abierto a escuchar y a ser muy flexible para poder ayudar a una familia. Como consecuencia de esta escucha, puede que lleguemos a la conclusión de que todos estén replica watches implicados de alguna manera en mantener el problema, la escuela, la familia, o… ¡Hasta el propio terapeuta!

Cetebreu: Muchas gracias, Bill, por este tiempo que nos has dedicado y por compartir con nosotros tus ideas

O’Hanlon: Alguien dijo en una ocasión que si dos personas se intercambian un billete de un dólar, cada uno se va con un dólar, sin embargo, si dos personas se intercambian una idea, cada uno de los dos se marcha con dos ideas, así pues creo que es buen negocio esto del intercambio de ideas.

1 comentario
  1. Mary
    Mary Dice:

    Interesante historia de vida, pero lo mejor de todo es que lo supero dedicándose a la psicoterapia, es un gran ejemplo, los problemas deben a empujarnos a las soluciones y no a empeorar el problema. o al suicidio.

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